Todos
los fines de semana desde que tenía 4 años hasta cuando decidimos venirnos a
vivir a Bogotá (debido a mi inicio de estudios en la Universidad) viajábamos a
un pequeño pero agradable pueblo del departamento del Huila, llamado Palermo,
conocida como la capital marmolera de Colombia. En donde vive aún mi abuela
paterna y también la esposa del tío Hugo con todos sus hijos, es decir mis
primos, dos de ellos tenían la misma edad mía, por lo tanto compartíamos mucho
y así mismo disfrutábamos de nuestros juegos y aventuras. Este pueblito era
nuestro punto de llegada, primero por las razones ya expuestas y segundo porque
es el lugar natal de mi padre y la familia de mi madre.
Llegábamos
siempre antes de la hora del almuerzo, entonces luego de esto mi mama me daba
permiso de ir a dar una vuelta o a comer helado con mis primos: Sebastián y Felipe.
Nos encantaba salir a montar cicla y a comer “tanes” estos eran una innata invención
de una señora del pueblo que hacía unos refrescos deliciosos a base de leche
con este nombre.
Uno
de esos tantos fines de semana en Palermo, como era costumbre luego del
almuerzo, salí únicamente con mi primo Felipe a dar una vuelta pero a pie,
fuimos primero a la heladería de mi abuela llamada ¨La Brasilia¨ visitamos a
quien atendía allí, que es como de la familia y tomamos una gaseosa, luego
pasamos por la casa de Diego un amigo de mi primo que también yo lo conocía y
lo invitamos a ir por unos “tanes” al barrio panamá ( el lugar donde los vendían)
cuando llegamos allí, mientras nos daban las vueltas del billete de 1000 que
pasamos por comprar 3 “tanes” mi primo junto con Diego hablaban de algo mirando
hacia lo lejos y reían, yo bastante intrigada les pregunte de que se reían y
muy espontáneamente me dijeron que estaban observando la casa de “ Matilde la bruja” sorprendida pregunte de quien se trataba y porqué ese apodo y ellos me
contestaron que porque todo el mundo en el pueblo murmuraba que era una bruja ya que tenía la nariz muy grande, vivía sola en una casa muy vieja, y además era
muy extraña, mi primo decía que alguna vez se acercó y golpeo a la casa de bahareque de ella y que no salió nadie pero escuchaba que ella gritaba y hablaba
como si estuviera loca, yo reí un poco pero seguí bastante curiosa por el tema.
Luego de tomar el refresco les propuse ir a
golpear a la casa de la famosa bruja de la que tanto hablaban, Diego dijo que
no porque de pronto nos encerraba pero mi primo si acepto la propuesta, puestos
en marcha para ir a la lejana casa de bahareque nos encontramos con uno de mis
primos mayores hermano de Felipe, Rafael. Nos invitó a un partido de volleyball
en el parque y decidimos ir, al ver que no había otra opción. Al menos por ese día
la idea de ir a la casa de la bruja no se podía realizar.
Al
otro día en la mañana hablé con mi primo cuando fue a casa de mi abuela y le
dije que si por fin iríamos a donde habíamos pensado, él me dijo que si y
pedimos permiso a mi papa para ir a montar cicla, fuimos en ellas y antes de
llegar a la casa de “Matilde la bruja”, las dejamos parqueadas. Decidimos golpear a la
puerta y no salió nadie, luego de una espera como de 10 minutos, salió una
anciana, con apariencia muy humilde, efectivamente con una nariz grande pero no
me pareció tan bruja como ellos la denominaban. Al abrir bien la puerta perfumó un profundo olor a diferentes animales, ella nos hizo seguir sin mucha
displicencia, nos dijo que porqué tocábamos a su puerta y yo al ver a tres
perros a su lado, lo único que se me ocurrió fue decir que quería conocer sus perros
porque era muy amante de ellos, aunque creo
que no me creyó mucho.
El
caso es que luego de ese pasatiempo, ella se sentó y nos empezó a hablar de su
fuerte apego a los animales y el amor que sentía por ellos, pero que a pesar de
esto no le gustaba sacarlos a pasear ni que la gente los viera, porque sentía que
les iban a hacer daño o a robar, tal parece que tenía un trauma desde su niñez
con los animalitos, que la verdad no entendí muy buen; el caso es que era
sobreprotectora con ellos y no solo con los perros también con algunos pajaritos y
como dos gatos. Nos regaló unas galletas que tenía en su repisa y por ultimo nos despedimos de ella y
regresamos a la casa, le dije a mi primo que no se me había hecho una mujer
mala, solo que era como rara y él dijo que le seguía pareciendo bruja. En ese
mismo instante nos llamaron a almorzar y terminó de transcurrir nuestro fin de
semana en nuestro añorado pueblo.
El
domingo en la noche regresamos a Neiva, la ciudad. Para mí siempre será algo
para recordar de mi niñez ingenua y curiosa, no siempre todo es como parece y a
veces es mejor darse uno mismo cuenta de las cosas como en realidad son.
Escrito por: María Paula Solano Osorio.
La llegada de los gemelos
Hace un par de años cuando yo venía de visita a Bogotá mi abuelo solía contarme
historias sobre su pueblo natal Pamplona Norte de Santander, el era muy
enfático y me contaba uno a uno los detalles de las historias de fantasmas que
pasaban durante sus años de colegio, pero una de tantas historias quedó en mi
memoria hasta estos días. Todo sucedía un día como cualquier otro en el pueblo
muy temprano el madrugaba para el colegio, la mamá se levantaba a darle
desayuno, la mañana transcurrió con tranquilidad como siempre y ella salió a la
casa de mercado hacer las compras del
día; pero adicionalmente decidió ir donde el señor que acostumbraba a leer el
chocolate y como eso estaba de moda en el pueblo, el hecho de que todas las
señoras asistieran donde el señor ella no quiso quedarse atrás; y llego hasta
el lugar donde se realizaba la leída y había una fila terrible que a la mamá de
mi abuelo conocida en el pueblo como “Chavita” le tocó esperar hasta casi el
medio día para que la atendieran, apenas entró el señor solo le hablaba de un
esperado hijo que iba a llegar a su vida, doña Chavita muy asustada sale de ese lugar y de inmediato
se devuelve para la casa, al llegar le cuenta sorprendida a su esposo el cual
la calma y le dice que ella ya no esta en edad de tener hijos; ya más calmada
continuo haciendo su oficio.
Al caer la tarde regresa mi abuelo del colegio y su
mamá le cuenta lo que le habían dicho y mi abuelo y sus otros 10 hermanos solo
hacían sino decirle que eso no iba a
suceder que se tranquilizara, esa noche comieron todos juntos y cada unos de
los hijos de doña Chavita contó lo que le había pasado durante el día; tanto
era el detalle que mi abuelo me contaba que en esa semana se había ganado un
reconocimiento en el área de español en el colegio y que la siguiente semana tendrían
una ceremonia, siguiendo con el relato esa noche se fueron a dormir todos
tranquilos, pero que al parecer en la madrugada dos de los hermanos y mi abuelo
se levantaron porque habían sentido que alguien los tiraba de los pies; al día
siguiente cuando desayunaban para el colegio le contaron a mamá Chavita lo que
había pasado y ella para no preocuparlos les dijo que solo había sido una
impresión y que no tenían nada de que preocuparse, que simplemente habían
soñado con esa sensación, finalmente se fueron para el colegio y el papá salió
a trabajar.
Doña Chavita muy preocupada se arreglo y salió de
inmediato para la casa del señor que leía el chocolate, al sentarse hablar con él, le explico lo que habían sentido sus hijos, pero él no encontró explicación
alguna para lo que había pasado en la madrugada el solo seguía insistiendo en la llegada
de un nuevo miembro a la familia; la intriga rondaba a toda la familia y
los siguientes días solo se hablaba de eso en la casa y además ocurrieron
hechos similares como los de aquella madrugada pero lo
diferente consistía en que siempre la percepción la tenían tres diferentes
hermanos y en la mañana siguiente se levantaban contando la misma historia.
Adicionalmente mi abuelo me contaba que en esa época
se escuchaban muchas historias de fantasmas en todo el pueblo y que otros
familiares también habían sentido lo mismo, pero lo que ocurría en la familia
de mi abuelo era que doña Chavita relacionaba todo lo sucedido con
el hecho de que ella había asistido a donde el señor que le leía el chocolate y
ella relacionaba la supuesta llegada de un miembro a la familia con la opción
que llegara un fantasma.
Así pasaron varias semanas y las sensaciones seguían
siendo las mismas, mi abuelo contaba que todos terminaron por acostumbrarse y
que nadie se volvió a preguntar que era lo que pasaba, al cabo de unos meses
una tarde fría de Pamplona apenas cuando mi abuelo volvía del colegio llegaba a
la entrada de la casa una señora con dos bebes, cuando doña Chavita abrió la
puerta se sorprendió de esa señora y solo le preguntó que necesitaba pero la
señora que era muy callada y ya vieja de
edad no dijo ni una sola palabra solo dejo a los niños tirados en el
suelo y salió como si nada hubiera pasado, mi abuelo se agachó a recogerlos y
Chavita también, después de mirarlos profundamente se sintió un suspiro enorme
de ella ya que por fin había entendido porque el señor del chocolate le había
pronosticado que llegaría mas miembros a la familia, ella y su esposos felices
por la llegada de los nuevos miembros; pero faltaba un misterio por resolver
que había pasado con los fantasmas, pues en realidad lo que pasaba era que en
esa casa donde vivían había muerto una persona mucho tiempo atrás y que su
cuerpo había sido enterrado ahí mismo y que por eso no podía descansar en paz,
mi abuelo lo ultimo que me dijo fue que de todo esto sacó una lección y fue que
las cosas no se deben mezclar y mucho menos confundir mejor esperar que el
tiempo lo dice todo. Y así termino el relato que mi abuelo me contó durante 2
horas y que también me acompaña a mi hasta estos días.
por: María Alejandra Villavicencio
.. Paseo a la finca ..
Era un sábado como los demás cuando
por la noche mi papa nos dijo que no nos acostáramos tarde porque al día
siguiente nos íbamos para la finca en Silvania, en ese momento me puse muy
feliz porque a mí me encantaba este lugar donde siempre hacia un clima
perfecto. Al día siguiente todos nos levantamos muy temprano para emprender el
viaje, pero apenas entramos al carro fue como si este nos arrullara por lo que
muy pronto nos quedamos dormidos mis hermanos y yo. Cuando llegamos todo era
como la última vez, el día soleado y el cielo con un matiz perfecto de tonos azules.
Yo de inmediato comencé a jugar con mi hermana a las cogidas, cuando de repente
vimos pasar a mi mamá toda atareada de
arriba a abajo, y en el tercer viaje le preguntamos que a donde iba, y ella nos
respondió que estaba preparando todo porque íbamos a almorzar al lado de del
rio, tanta felicidad nos dio que de inmediato le empezamos a ayudar.
Cuando menos lo pensé ya todos habíamos
bajado la colina hacia el rio, mientras que mi mama terminaba de cocinar, mi
hermana y yo emprendimos un viaje de aventuras por toda la zona, primero fuimos
a ver el ganado y a un ternero que tenía una semana de nacido, y después
caminamos por la orilla del rio descalzas sintiendo la arena en nuestros pies.
Mi perro iba con nosotros “Toby”,
el como siempre estaba buscando una forma para sacar provecho del descuido de
mis hermanas y hacer maldades, pero en esta ocasión le fue imposible porque mi
mama estaba siendo muy cuidadosa entregando los platos de comida a cada uno. Todo
estaba de maravilla después del almuerzo, mi papa leyendo el periódico, mi mamá
hablaba con mis hermanas, y mi hermano jugaba con Toby y finalmente yo veía la
corriente del rio. Pero en ese momento todo cambio, el color azul de cielo se volvió
más oscuro, empezó una gran lluvia y yo sentí que alguien me cogía cargada y corría
muy rápido no había tiempo de nada, solo escuchaba a mi mama gritar y que mi papá le respondió ¿Qué?
exaltadamente una y otra vez.
Cuando voltee a ver hacia atrás mis
hermanos también corrían por la colina hacia arriba para poder llegar hacia la
casa y alejarse del rio, yo ya no aquella suave corriente, escuche un estruendo y vi como el rio se iba
creciendo rápidamente por aquella tempestad. Ya en la casa, vi a Tobi abajo
desorientado ya que todo había sido en cuestión de tan solo segundos, pero en ese momento vi a mi perro desorientado
abajo al lado de la olla del almuerzo y no sabía para dónde coger, de repente
mi hermano también lo vio y lo empezó a llamar, Tobi lo escucho y subió rápidamente.
Cuando por fin estábamos todos a salvo
en la casa, hablamos y concluimos que si mi hermano no hubiera visto más arriba
en el rio, la gran cantidad de agua que había, a lo mejor esta historia no
hubiera terminado así, pero ese no fue el caso.
Al regreso a Bogotá todos nos sentíamos
felices porque aunque se presentaron dificultades en el viaje, se logró lo
importante que era compartir un momento agradable en familia y descansar un
rato, aunque en realidad mis papas se
llevaron un gran susto.
Escrito por: Nadia Gisela Gómez
Peralta.